Pero ya
no quiero ser esa princesa rubia de cabellos kilométricos, cuyo único objetivo
es esperar a que el príncipe llegue de una vez por todas y le rescate de la
mierda de torre en la que está encerrada. Ni a tener un amante secreto porque
el matrimonio por conveniencia le ha arruinado la vida. No quiero duelos por mi
mano, o por mi amor, no quiero más: "Y vivieron felices y comieron
perdices", porque no implica que vivan, implica un fin, y las perdices no
me gustan. Paso de vestidos y cancanes de diez metros de diámetro, y no pienso
perder un zapato para que el chico de mis sueños me encuentre mientras mis
hermanastras me impiden disfrutar la vida.
Porque
quiero seguir siendo esa chica de ojos castaños y pelo ondulado que se
desespera los días de lluvia porque se le riza y no le gusta. No tengo un
amante secreto, porque si lo tengo se lo grito al mundo entero, porque él es
todo lo que quiero. No quiero duelos, quiero que me coman a besos, y que día
tras día me digan lo guapa que voy o lo bien que me quedan esas botas. Quiero
seguir vistiendo vaqueros y sudadera, y arreglarme mucho más los fines de
semana para salir, y por qué no, también ese día en el que quiero que al pasar
por delante de ti te fijes en mí, y me dediques una de tus sonrisas que me
pierden. No quiero perder un zapato, quiero quitarme los dos para así bailar
toda la noche sin parar.
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